Palabra Del Aliento Para Bendecirte Hoy

Palabras de Aliento

 

La tierra controla el cielo

 

Por Watchman Nee

Atar o desatar todo lo que debe ser atado o desatado, debe tener su origen en la tierra. La acción de la tierra precede a la acción del cielo.

 

En Mateo 18:18 el Señor dice: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. ¿Qué es lo que caracteriza este versículo? Lo especial es que debe haber una acción en la tierra antes de que algo ocurra en el cielo. No es el cielo el que ata primero, sino la tierra, y no es el cielo el que desata primero, sino la tierra. Una vez que la tierra ata, el cielo ata, y una vez que la tierra desata, el cielo desata.

La acción del cielo es dirigida por la acción de la tierra. Todo lo que se opone a Dios debe ser atado, y todo lo que está en armonía con El debe ser desatado. Atar o desatar todo lo que debe ser atado o desatado, debe tener su origen en la tierra. La acción de la tierra precede a la acción del cielo. La tierra dirige al cielo.

Algunos casos del Antiguo Testamento nos muestran que la tierra dirige al cielo. Cuando Moisés en la cumbre del monte alzaba sus manos, los israelitas prevalecían; pero cada vez que las bajaba, prevalecían los amalecitas (Ex. 17:9-11). ¿Quién determinaba la victoria de la batalla que se libraba al pie del monte, Dios o Moisés? Hermanos y hermanas, debemos ver cuál es el principio de la obra de Dios y la clave de Su acción: Dios no puede hacer lo que El quiere a menos que el hombre lo desee. No podemos hacer que Dios haga lo que no quiere hacer, pero sí podemos impedirle que haga lo que desea. En el cielo, la victoria fue decidida por Dios, pero delante de los hombres fue decidida por Moisés. En el cielo, ciertamente Dios quería que los israelitas ganaran, pero en la tierra, si Moisés no hubiese alzado sus manos, los israelitas habrían sido derrotados. Cuando él alzaba las manos, los israelitas prevalecían. La tierra dirige al cielo.

Ezequiel 36:37 dice: “Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños”. Dios tiene el propósito de aumentar el número de los israelitas para que se multipliquen como los rebaños. Los que no conocen a Dios dirán: “Si Dios quiere multiplicar el número de los israelitas como un rebaño, El simplemente puede hacerlo. ¿Quién puede impedírselo?” Pero este versículo dice que a Dios se le debe solicitar esto antes de que El lo realice. Este es un principio claro: aunque Dios decide sobre un asunto, no lo hará inmediatamente. El aumentaría la casa de Israel solamente cuando ellos lo solicitaran. El quiere que la tierra dirija el cielo.

Isaías 45:11 es bastante peculiar; dice: “Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos”. Hermanos y hermanas, ¿no les parece esto muy peculiar? Dios dice que podemos mandarle con respecto a Sus hijos y a la obra de Sus manos. Nos daría temor emplear la palabra “mandar”. ¿Como puede un hombre mandar a Dios? Todos los que conocen a Dios saben que el hombre no debe ser arrogante delante de El. Sin embargo, El mismo dice: “Mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos”. Aquí se ve que la tierra dirige al cielo. Esto no implica que podemos forzar a Dios a que haga lo que no quiere hacer, sino que podemos mandarle que haga lo que El quiere hacer. Esta es nuestra posición. Una vez que sabemos cuál es la voluntad de Dios, podemos decirle: “Dios, queremos que Tú hagas esto. Estamos decididos a que lo hagas. Dios, debes hacerlo”. Sí, se pueden expresar oraciones firmes y poderosas delante de Dios.

Debemos pedirle que nos abra los ojos para que veamos la clase de obra que El está haciendo en esta era. Durante esta edad toda Su obra se basa en dicha posición. Es posible que el cielo quiera lograr algo, pero no lo hará independientemente; el cielo espera que la tierra actúe primero, y luego actúa. Aunque la tierra está en segundo lugar, también le corresponde el primero. El cielo sólo se moverá después de que la tierra se haya movido. Dios quiere que la tierra mueva al cielo