El embarazo

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Casi un mes después de haber tenido la revelación con el Señor, empecé a sentirme enferma. Sentía sensación que me iba a venir el periodo, pero no me llegaba. Tenía casi 13 días vomitando. Estaba bien mal, hasta que tuve una revelación en la cual me veía que estaba en la oficina de mi Doctor y que yo le decía los síntomas que tenia. Y cuando el me examino me dijo que yo estaba embaraza. Pero al día siguiente de tener esa revelación, en verdad yo tenia una cita con mi medico.

El me hizo un Sonograma, y no se veía nada, pero me mando a hacer una prueba de embarazo. Cuando tome la prueba de la orina, le ore al Señor y le dije: "Padre Mio si en verdad esa revelación que tuve contigo fue real y no producto de mi imaginación, te pido que esta pruebas salgan positiva.

Minutos después, la sorpresa! Estaba embarazada!. La noticia fue de mucha alegría para quienes la escucharon. El embarazo iba muy bien, pero yo hice muchos desarreglos.
Yo me sentía bien, y quería cumplir con ciertos requisitos de ir a predicar y ayudar a otras personas. Una de las dos veces que fui a predicar empecé a sangrar, pero hubo alguien que me dijo que me hiciera de cuenta que yo no estaba embarazada, y que cuando Dios daba un hijo, El no lo quitaba. Por varias veces le dije a esa persona que el Señor quería que yo estuviera tranquila. Pero por no fallarle a la gente, le estaba fallando a las advertencias que el Señor me había dado.

Recuerdo que aun mi pastor me escribió diciéndome que no sentía de Dios ni veía bien que en mi estado saliera a predicar, sin saber primero como se desarrollaría mi embarazo, y volvió a escribirme en letra roja: "Por favor no salga". Pero yo no quería pasar por alto la Ética Ministerial y no quedar mal con las personas ni con los pastores que me habían invitado a predicar. Después de la experiencia tan dolorosa que viví, le dije a adiós al fanatismo. Adiós a la religiosidad. Adiós al legalismo. Adiós al querer complacer a todo mundo. Adiós al pensar que dirán, pues que digan lo que quieran. Adiós a la Ética. Si la Ética Ministerial consiste en sacrificar mi familia, y mi salud por quedar bien con otros, pues le digo: Hasta la vista".
El mismo día que iba para una actividad se me abrió la matriz o le que le dicen Útero. Me hospitalizaron de emergencia, y ese mismo día tuvieron que operarme y hacerme un Cerclage. Si no me hacían esa costura con el Cerclage podía perder el embarazo. La operación era de muy alto riesgo. Pero yo no pensaba en mi vida, yo solo pensaba en que se salvara mi hijo. Yo apena tenia 15 semanas de embarazo. Estuve interna en el hospital de la ciudad de Hameln (Alemania) desde el mes de Junio hasta Agosto. Fueron dos meses terribles. Me sentía muy débil por la operación. No podía caminar. Todas mis necesidades tenia que hacerla en la cama. Las enfermeras tenían que hacérmelo todo. Cada día que pasaba mi cuerpo se debilitaba más. Experimente momentos desesperantes.

Yo le oraba a Dios que por favor me sanara, pero Dios tenía otros planes.  De noche me daban pesadillas, y estaba recibiendo fuertes ataques espirituales. Yo oraba y le decía al Señor: "OH Señor, si tan solo mi pastor y mis hermanos supiera que me encuentro en esta condición". Oraba así porque no me había podido comunicar con mi familia ni con mi pastor en New York. Pero aunque mi pastor Porfirio Reyes no estaba presente, Dios lo había inquietado a El y a la iglesia a orar por mí, y no solamente a ellos, sino a muchas personas más. Yo sentía que estaba sola (mi esposo y la familia de mi esposo siempre estuvieron a mi lado) pero yo extrañaba mucho a mis otros familiares y hermanos en la Fe.

Aunque espiritualmente sentía que estaba luchando sola, no estaba sola, porque Dios había inquietado a un ejército de hermanos a orar por mí, y lo más importante es que aunque mi Pastor no pudo estar presente, tenia al Pastor de Pastores a mi lado, y sobre todo a un hombre maravilloso que es mi esposo. Pero doy muchas gracias por mi Pastor y mis hermanos porque aunque estábamos lejos unos de otros, sus oraciones nunca faltaron.

En ese hospital Dios me permitió predicarles a muchas personas, desde los pacientes hasta las enfermeras y los doctores. Vi muchas pacientes pasar por mi habitación, imagínense ustedes, fueron dos meses en ese hospital y luego un mes en otro hospital. La vida de muchas personas fueron tocadas. Conocí a enfermeras, y enfermeros que habían conocido del Señor pero se encontraban apartado. Aunque Satanás quería matarme, si hubiera muerto, lo hubiera hecho diciéndole a la gente que estaban ahí que Cristo le amaba.

Dos meses después los doctores pensaban dejarme ir a casa con la condición de estar permanentemente en cama. Yo me puse muy contenta con la noticia. El mismo día que me  iba a casa, unos minutos antes me fue a buscar una enfermera para llevarme hacer un ultrasonido. La doctora me dijo que mi doctor quería revisarme. Cuando me llevaron al consultorio del Doctor, me sorprendí porque a ese doctor nunca lo había visto, además mi doctora siempre fue una mujer. Ese doctor me examino y me dijo: No te puedo dejar ir a la casa, porque tu embarazo es de muy alto riesgo. Es un milagro que el Nino este en tu vientre y si te enviamos a la casa desde allá no te podremos cuidar como te cuidaríamos aquí.

Me sentí muy triste con la noticia porque en verdad tenía la ilusión de irme a la casa. Llore mucho delante la presencia de Dios. Yo quería convencer a Dios, pero mis lágrimas no lo hicieron cambiar de opinión. Dios tenía otros planes. En esa misma semana los doctores se dieron cuenta que el Cerclage que me había hecho no había funcionado y que solo un milímetro sostenía a mi hijo. Para ellos era un milímetro, para mi era el dedo o la mano poderosa de Dios que sostenían a Samuel en mi vientre, y de paso me estaban sosteniendo a mí. Aunque mi hijo no había nacido yo le llamaba Samuel.

 Los médicos llamaban a Samuel "Die kleine Wunder" eso quiere decir en Español: El Pequeño milagro". Porque para ellos era imposible que mi hijo estuviera en mi vientre sin salirse, ya que todo estaba abierto. Solo un milagro lo sostenía. Las recomendaciones por los doctores fueron aun más estrictas. No podía ni siquiera sentarme en la cama. Para los doctores cualquier movimiento podía hacer que mi hijo se saliera. Había días que me sentía morir. No sentía mas fuerza. Podía sentir la muerte, pero en mi agonía clamaba a Dios.

Usted se preguntara ¿y por que agonía si ella es cristiana? Si yo moría sabía para donde iba. Pero tenía un hijo en mi vientre. Mi único deseo era que el pudiese nacer, además no podía ser egoísta. Yo tenía un esposo que estuvo ahí presente en las buenas y en la mala. Un esposo que estaba sufriendo y que el golpe de perder a su esposa y a su único hijo seria terrible.

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